El jardín y los exteriores han dejado de ser aquello que hace escasos años considerábamos meras «salidas» para convertirse en espacios con un valor y un peso específico propios en el conjunto del hogar, dominios especiales a medio camino entre lo exterior y nuestro mundo íntimo.
La decoración de jardines y espacios exteriores juega, hoy, un papel tan importante como la de cualquier otro espacio interior en la configuración de ambientes ordenados y coherentes. El descubrimiento de su gran versatilidad y las posibilidades casi infinitas que ofrecen en lo que a decoración y diseño se refiere han convertido estos espacios en el centro de atenciones y cuidados, unas atenciones que sin duda, si se orientan en un sentido adecuado, consiguen resultados sorprendentes y absolutamente satisfactorios.
Sin embargo, los espacios exteriores poseen unas características propias y peculiares que condicionan de un modo determinante su correcta articulación en el conjunto del hogar, unas características que debemos tener muy en cuenta si deseamos sacarles el máximo partido. Recuerda que, si quieres saber mucho más sobre este tema, puedes descargar gratuitamente nuestra Guía para la decoración de exteriores y jardines:
Exteriores con estilo, seguros y funcionales
Lo primero a tener en cuenta en el diseño y la decoración de exteriores es que en ellos se deben integrar el estilo, la seguridad y la funcionalidad, características que en espacios de esta naturaleza son de suma importancia y que deben ser consideradas con una atención especial.
Si bien el estilo y la funcionalidad representan dos de las categorías básicas a tener en cuenta en la decoración de cualquier espacio interior, en el caso de los exteriores se les añade una tercera con un papel absolutamente determinante: la seguridad. No es lo mismo, en lo que a seguridad se refiere, diseñar un espacio exterior destinado al ocio y el recreo infantil, por ejemplo, que hacerlo pensando en un ambiente propicio para el reposo y el descanso. La función que tengamos prevista otorgar a un espacio exterior condicionará el estilo y la decoración del mismo, por supuesto; pero ante todo, también determinará las medidas de seguridad específicas que debamos implementar en él.
Pero más allá de la seguridad específica que requiere un espacio exterior, determinada por su funcionalidad y de la cual nos ocuparemos más adelante con mayor detalle, la exposición de un jardín o una terraza a los elementos naturales, al desgaste y la corrosión obliga a tener en cuenta unas medidas de seguridad de aplicación general que afectan, principalmente, a las instalaciones eléctricas y las conexiones de los distintos elementos eléctricos y/o electrónicos que deseemos instalar en ellos.
Protección con elementos envolventes
La principal protección con la que debemos equipar los componentes y las instalaciones eléctricas en exteriores es la proporcionada por los denominados elementos envolventes. Estos elementos proporcionan protección al material eléctrico contra los efectos perniciosos de agentes externos como el polvo o la humedad, con un alto poder de corrosión, a la vez que también protegen contra el contacto directo con partes especialmente peligrosas o sensibles de la instalación.
Impedir la penetración de sustancias y/u objetos externos que dañen las instalaciones y los componentes eléctricos, así como evitar los riesgos de contacto directo o indirecto por impacto mecánico o de cualquier otro tipo son los cometidos principales que cumple este tipo de elementos.
El grado de protección de la integridad de las personas, de las instalaciones eléctricas y sus componentes que se consigue mediante el uso de elementos envolventes está categorizado por un sistema de codificación que distingue dos tipos básicos de protección: ante agentes externos y la posibilidad de contacto directo con partes peligrosas de la instalación o sus componentes, representada por el código IP y tipificada en la normativa europea de seguridad EN 60529, y seguridad ante los efectos perniciosos de impactos mecánicos, establecida por la norma UNE-EN 50102 y representada por el código IK.
Código IP
El sistema de codificación IP identifica los distintos grados de protección proporcionada por los elementos envolventes ante los efectos perniciosos de la humedad, el polvo y otros cuerpos sólidos que pueden dañar la instalación. Los códigos IP van acompañados de un primer número de entre 0 y 6, donde 0 equivale al nivel más bajo de protección y 6 al más alto, y de una segunda cifra característica que indica, de 0 a 8, el grado de protección del elemento envolvente ante los efectos del agua (donde 0 equivale al nivel más bajo de protección y 8 al más alto, siendo este en particular el más adecuado para instalaciones eléctricas que deban soportar inmersiones prolongadas).
Código IK
La codificación IK establece la jerarquía de los distintos niveles de protección de los elementos envolventes ante impactos mecánicos nocivos tales como golpes, roces y colisiones. Se identifica con dos cifras en un espectro de grados que van de 0 a 10, siendo el nivel 00 el de menor protección y el 10 el que ofrece una mayor seguridad. En la tabla de equivalencias del nivel de protección definido por el código IK, promulgada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, se establecen, para cada uno de los grados de protección definidos, la energía máxima de choque soportada, la masa de la pieza de golpeo y la altura máxima de caída desde la que cada instalación soportaría sin problemas el impacto de un objeto.
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