Seguridad en el hogar: qué debemos proteger

La seguridad en el hogar es un asunto especialmente sensible y delicado de tratar, principalmente por ser el más sensible de todos los espacios vitales del ser humano. Sea del tipo que sea, en un hogar se fraguan los vínculos más íntimos y personales, contiene a quien más amamos y lo que más deseamos proteger.

Proteger el hogar y la familia

 

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Frecuentemente, cuando hablamos de seguridad en el hogar pensamos en sistemas antiintrusión, en mecanismos que nos prevengan de sufrir actos vandálicos, robos y otros percances procedentes principalmente del exterior, algo absolutamente comprensible pero que responde a una visión incompleta y sesgada si no ampliamos nuestra perspectiva. Es decir, al tratar la seguridad en nuestros hogares y viviendas debemos tener en cuenta estos asuntos, por supuesto, pero además también debemos considerar las amenazas que provienen del interior y que pueden poner en riesgo tanto a personas como a infraestructuras, bienes y componentes de cualquier vivienda, especialmente durante nuestra ausencia.

Por todo ello, es preciso que antes de planificar la seguridad en la vivienda sepamos qué queremos proteger, qué es aquello que se halla más expuesto a riesgos y amenazas, tanto interiores como exteriores, y qué medidas y sistemas podemos implementar para garantizar su seguridad.

 

Planificando la seguridad en el hogar

 

Definir qué debemos proteger, en qué focalizar nuestras prioridades y cuáles son las principales amenazas que acechan durante nuestra ausencia dependerá en gran medida de nuestros propios hábitos cotidianos, de las condiciones estructurales de nuestra vivienda, de su continente y muy especialmente de su contenido, por lo que las siguientes consideraciones deberían adaptarse a la realidad de cada hogar.

 

La seguridad personal

En primer lugar y sin ningún género de dudas, lo más importante a proteger en un hogar son las personas que residen en él y las que lo frecuentan. Garantizar su integridad física frente a amenazas exteriores (como posibles intrusiones o actos de vandalismo), y de posibles accidentes y manipulaciones indebidas de componentes peligrosos, así como su integridad moral (principalmente, tomar las medidas necesarias para crear un ambiente seguro y ausente de miedos) deben ser prioridades absolutas.

Niños, mayores, personas con movilidad reducida o necesitada de atenciones especiales son los principales grupos de riesgo, especialmente cuando se quedan a solas en una vivienda.

Infraestructura y bienes: continente y contenido

Las pólizas de seguros del hogar (que nos pueden servir de referencia y de las que nos ocuparemos más adelante) especifican dos grandes grupos de elementos a proteger:

  • Los que se consideran parte del continente de una vivienda: elementos estructurales, instalaciones de suministros, accesos…
  • Los elementos que conforman el contenido: bienes, objetos de valor, etc.

Estas consideraciones son necesarias para implementar los sistemas de seguridad necesarios y tomar las medidas que se estimen oportunas con un carácter general; es decir, son aplicables a todo tipo de situaciones. No obstante, la misión de esta serie de artículos es ofrecer pautas para la protección de los hogares durante nuestra ausencia, por lo que además también deberemos analizar detalladamente nuestros hábitos y estilo de vida.

Para ello, podemos empezar realizando un planning o un calendario lo más detallado posible donde se reflejen horarios, entradas y salidas de la vivienda, y todo aquello que se estime oportuno dejándolo, por supuesto, a buen recaudo y a salvo de miradas ajenas.

Planear la seguridad de la casa

 

No hay que olvidar que la mayoría de allanamientos e intrusiones se producen mientras los habitantes de la vivienda se hallan ausentes, ya sea durante unos días o por unas pocas horas (a veces incluso en minutos), y que los accidentes domésticos tienen lugar en el momento menos esperado. Los posts que siguen nos ayudarán a hacernos una idea más precisa sobre estas vulnerabilidades, los riesgos que se afrontan y las medidas al alcance para minimizar las amenazas.

Medidas de seguridad para el hogar durante tu ausencia

 

La presente serie de posts trata de ofrecer una perspectiva amplia y detallada de los riesgos y las amenazas que acechan al hogar durante nuestra ausencia, el momento claramente más expuesto a peligros como intrusiones, asaltos y actos vandálicos de diversa consideración.
 
Con este fin, en primer lugar se plantean cuestiones de sentido común pero de ningún modo despreciables y absolutamente ineludibles para garantizar un nivel de protección adecuado para cualquier vivienda, visibilizando las principales materias que deben ser objeto de protección y teniendo en cuenta los distintos supuestos que motivan, con mayor frecuencia, nuestras ausencias.
 

La importancia de la planificación

 
Como sucede con cualquier proyecto de envergadura, antes de llevar a cabo su ejecución e implementar los dispositivos y sistemas pertinentes, es necesario realizar una planificación completa y detallada del proyecto. Para empezar, el primer paso será detectar lo que debe ser objeto de protección en el hogar; en orden por prioridad, se tratarán los asuntos siguientes:
  • La seguridad personal: cómo y en qué sentido debemos garantizar la integridad física (y anímica) de los habitantes del hogar, y de los visitantes que recibe tanto de posibles agresiones procedentes del exterior como de los peligros que entrañan instalaciones y suministros.

  • Infraestructuras: la integridad estructural de la vivienda (lo que comúnmente llamamos continente) es un asunto de máxima prioridad, ya que un déficit en esta materia puede poner en riesgo tanto a personas como a bienes contenidos en el hogar. Por ello, nos centraremos en cómo garantizar la protección ante fugas y escapes de gas, agua y otros suministros, y de qué modo resulta más conveniente controlarlos y gestionarlos. 

Seguridad para la estructura de la casa
 
  • Bienes y objetos de valor: lo que conocemos por contenido, y que casi siempre es el motivo por el que un hogar se halla expuesto a posibles intrusiones y asaltos.

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Los motivos de la ausencia: por qué salir de casa

 
Evidentemente, incluso las personas más retraídas y amantes de la soledad y el aislamiento deben, en un momento u otro, salir de su residencia habitual, algo que se convierte en largas horas de ausencia en la mayoría de los casos (evidentemente por trabajo, obligaciones académicas y otros menesteres cotidianos), y ocasionalmente, con mayor o menor asiduidad, por otras razones menos frecuentes (viajes, vacaciones, escapadas…).
 
Hemos tratado de sintetizar estas posibilidades en función del tiempo de ausencia, estableciendo distintos casos con peculiaridades específicas en lo que se refiere a la seguridad y los riesgos que se afrontan, y empezando por exponer las medidas de protección más básicas y elementales que siempre se deberían tomar en consideración, tales como contratar un seguro para la vivienda (especificando algunos elementos importantes que figuran en toda póliza de esta índole para facilitar su elección y contratación).
 

Ausencias cotidianas

El primero de los casos supuestos es el más frecuente y cotidiano: las ausencias diarias de horas o minutos que brindan oportunidades a asaltantes atentos. Aquí, se tendrán en cuenta medidas de protección sencillas y sin complicaciones que cualquiera puede llevar a cabo apenas sin inversión alguna. Asegurar los cierres de los accesos a la vivienda, disimular las ausencias o evitar proporcionar información sobre nuestros hábitos son algunas de las medidas que se exponen para evitar intrusiones no deseadas en el hogar.
 
Como situación perteneciente a este grupo de supuestos, pero con riesgos añadidos y particularidades propias que obligan a prestarle una atención especial, se tratará aparte el caso de ausencias puntuales dejando en la vivienda a niños, personas mayores o dependientes sin nadie a su cargo. Evidentemente, aquí se tratarán amenazas y riesgos internos de la vivienda, tales como manipulaciones indebidas de instalaciones y componentes de especial peligrosidad, o la atención a emergencias que puedan suceder durante ausencias breves.
 

Ausencias de término medio

Al salir de casa debemos saber si volveremos al cabo de pocas horas, de unos días o de semanas, ya que cada caso (como hemos comentado) presenta peculiaridades y riesgos específicos que tenemos que afrontar de distintos modos. El segundo supuesto, tras las ausencias cotidianas, será el caso de ausencias de pocos días, especialmente en fines de semana, puentes festivos y vacaciones cortas.
 
En estas situaciones convergen la necesidad de contar con alarmas y avisadores técnicos, con la de disponer de sistemas de alarma y dispositivos antiintrusión los cuales, como veremos, pueden ser de muy diversa índole.
 

Ausencias prolongadas

Las vacaciones y las estancias de cierta duración en lugares alejados de nuestras residencias habituales ofrecen oportunidades únicas a posibles asaltantes. No ofrecer información sobre nuestro paradero, tratar de evitar el efecto de vivienda vacía, contar con la supervisión regular de alguien de confianza en nuestra ausencia y mantener a buen recaudo bienes u objetos de valor serán, en estos casos, las principales prioridades (sobre todo en el caso de las segundas residencias, una cuestión que también consideraremos detalladamente como caso diferenciado).
 

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