6 consejos para reformar una casa de pueblo
Reformar una casa de pueblo es algo bastante común para aquellas personas que tienen la suerte de tener una vivienda en un entorno tranquilo, alejado de los atascos y los ruidos. Ya sea porque pueden trabajar a distancia y prefieren la tranquilidad de una localidad pequeña, porque el traslado al pueblo es definitivo, o simplemente, porque han heredado una vivienda de estas características, todos estarán interesados en dar un aire nuevo a este tipo de casa.
De esta forma la vivienda no solo se hace más habitable, sino que se pueden instalar en ella sistemas eficientes de consumo de energía y revalorizar, en términos económicos, el inmueble. En este artículo te ayudaremos a que descubras algunas claves para reformar una casa de pueblo y a que lo hagas con las máximas garantías.
1- Busca asesoramiento experto
Por mucho que tengamos una impresión sobre la vivienda en cuestión forjada por haber vivido en ella, solo la visita junto a un arquitecto nos pondrá sobre la pista de cuáles son las reformas básicas que hay que acometer al reformar una casa de pueblo. El arquitecto será el más indicado para elaborar un estudio técnico en el que se refleje el estado de la estructura general de la vivienda, así como de puntos concretos que requieran una intervención, como por ejemplo grietas. El tejado, por ejemplo, es un punto sensible, ya que con el paso de los años suele deteriorarse y, en ocasiones, hay que sustituirlo por uno nuevo.
2- La planificación, por delante
¿Qué uso se va a dar a la vivienda que se desea restaurar? Trabajo, descanso, ocio… ¿La familia que la habitará está compuesta por muchos o por pocos miembros? ¿Cuenta con una buena orientación? Responder a todas estas preguntas es clave para reformar una casa de pueblo. Solo respondiéndolas podremos empezar a priorizar algunas intervenciones sobre otras y planificar la distribución de habitaciones. En función de la calidad de los materiales que queramos utilizar en cada caso estableceremos un presupuesto, que debe tener cierta flexibilidad pero al que hay que procurar ceñirse.
3- Infórmate sobre la normativa antes de empezar
¿La casa tiene algún valor histórico, arquitectónico o cultural? Si es así, estará protegida, lo que significa que hay que solicitar permisos de obra especiales para acometer reformas en ella. En cualquier caso, la normativa urbanística local de construcción será la que determinará si podemos realizar modificaciones en los espacios interiores, en las paredes medianeras o en la fachada, así como reducir o ampliar las ventanas, instalar porches, etc. El arquitecto que hayamos contratado puede ayudarnos a mediar con la administración en este terreno.
4- La instalación eléctrica y las tuberías
Se trata de dos puntos sensibles en toda reforma, pero que deben hacerse en la gran mayoría de los casos. La eficiencia energética no es solo una normativa legal que hay que cumplir, sino que hará nuestra casa más confortable tanto en los meses de calor como en los de invierno. Una inversión en una buena instalación eléctrica no sólo reducirá cada mes la factura de la luz, sino que nos proporcionará la total seguridad de que no se producirá ningún accidente en el domicilio. Por otra parte, con un menor consumo contribuiremos a un menor daño al medio ambiente.
5- Recurre a medidas de ahorro
Poner a punto una casa de pueblo no debería ser sinónimo de un desembolso descontrolado. Es posible reformar una casa sin incurrir en sobrecostes. Por ejemplo, en lugar de sustituir muebles, mesas y sillas antiguas por unas nuevas, prueba a restaurarlas. Aunque las puertas y ventanas viejas pueden suponer un inconveniente para que el interior de la casa esté bien aislado, puedes restaurarlas utilizando laca y semi-laca hasta que compres una nuevas. También puedes plantearte la llamada ‘obra seca’, una clase de reforma que te ayudará a ahorrar dinero.
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