El banco de trabajo: la pieza clave del taller

El banco de trabajo no solo es central por el lugar físico que ocupa, sino por la importancia que adquiere en cualquier taller. De acuerdo con lo indicado al tratar el cómo delimitar las zonas de trabajo, y en concreto el espacio central del taller en casa, es muy recomendable que, si se puede, se distinga entre una zona «limpia» y una zona «sucia», cada una de ellas equipada con un banco de trabajo propio. En otro post ya te hemos explicado cómo tiene que ser la disposición de los espacios de trabajo.


Tipos de banco de trabajo

El banco de «trabajo limpio»

Como hemos apuntado en posts anteriores, el banco de trabajo limpio se destinará a realizar trabajos que dejen pocos residuos, o que estos sean sencillos de limpiar (limpieza en seco). La manipulación de limas, sierras, reglas e instrumentos de medida, tornos, taladros… y los trabajos con materiales como maderas, piedras o metales se realizarán en la zona limpia de trabajo y, por lo tanto, en el banco limpio.  

El mantenimiento y la limpieza de este banco de trabajo debe ser escrupuloso y detallista para evitar accidentes, incomodidades y la realización de trabajos con resultados que no alcancen nuestras expectativas.


El banco de «trabajo sucio»

Este banco se concretará, a su vez, en la zona sucia, es decir, la destinada a trabajos con líquidos, pìnturas, disolventes… que requieran tener a mano una toma de agua y un desagüe. La limpieza de este banco debe ser también constante, pero evidentemente nunca alcanzará el nivel del banco limpio.

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Características del banco de trabajo


Como decíamos, un taller sin banco de trabajo carece de sentido. Su altura, sus dimensiones, su robustez y el material con el que esté elaborado serán determinantes.

Un banco de trabajo universal (si contamos con un banco limpio y otro sucio, lo que sigue es aplicable solo al primero) debe constar de 3 partes diferenciadas:

  • La mesa de trabajo: podemos usar una mesa reciclada, a ser posible de madera maciza o robusta, semejantes a las mesas supletorias de comedor, adaptada a una altura de 70 cm-90 cm (según la altura del tallerista), y con una superficie adecuada para realizar dibujos, esquemas, marcaje de piezas… en ella también alojaremos los elementos y las herramientas que necesitemos de un modo recurrente mientras estemos realizando algún trabajo, para tenerlos a mano en todo momento.

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  • El banco de carpintero: como su nombre indica, en él se trabajará básicamente con madera y sucedáneos de la misma. Ocupará la parte central del conjunto del banco, y podrá ser utilizada como supletorio mediador entre el banco de mecánico y la mesa de trabajo. También es recomendable, si no dispone de ellos, que instalemos algunos cajones para guardar guantes, cintas, trapos, clavos, tornillos y pequeñas piezas de uso frecuente.
  • El banco de mecánico: pese al nombre, es recomendable que esta pieza también sea de madera maciza. En su defecto, al menos el sobre debería ser de madera, pudiendo ser el resto de la estructura de metal (con patas de goma para aislar el metal del suelo). En el banco de mecánico instalaremos una pieza fundamental en cualquier banco de trabajo: el tornillo, que nos servirá para mantener fijas y estables piezas que tengamos que marcar, cortar y/o ensamblar.

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Finalmente, es importante recordar que la distribución de los espacios de almacenamiento que rodeen al espacio central, donde se ubica el o los bancos de trabajo, mantengan una coherencia con los elementos que tengan más cercanos: sierras, tacos, taladros, brocas… cercanos al banco de trabajo limpio, a poder ser próximos a los bancos de carpintero y mecánico; niveles, cintas métricas, escuadras, reglas, papeles… cerca de la mesa de trabajo, etc.

 

Un taller en casa: cómo, dónde, por qué

Para muchos, la pregunta «¿Por qué un taller en casa?» tiene una respuesta evidente, simple, rotunda: «Porque sí». Disponer de un taller doméstico es, sin duda, uno de los deseos, una de las ilusiones más universalmente compartidas.

Tener un taller propio no es solo disponer de un espacio adecuado para realizar trabajos diversos, llevar a cabo proyectos domésticos (o incluso profesionales), o experimentar haciendo alguna que otra chapucilla casera: es un lugar de ocio y disfrute como pocos al que, encima, le podemos sacar un buen partido en un sentido totalmente práctico.

En definitiva todos, en algún momento, hemos albergado esa ilusión: ¡tener nuestro propio taller en casa! Pero a la hora de la verdad, una inmensa mayoría nos hemos echado atrás ya sea por tiempo, por falta de conocimientos y recursos, o por escasez de espacio; es decir, el «cómo» y el «dónde» han sido, para muchos, los handicap principales que nos han impedido realizar nuestro deseo.

Esta serie de posts pretende reavivar las esperanzas truncadas de disponer de un taller en casa, aportando ideas y consejos prácticos para hacer más leve y llevadera una tarea que, si bien posee algunos aspectos algo arduos, es uno de los proyectos que nos puede reportar una mayor satisfacción a corto, medio y largo plazo (además, como veremos, de importantes beneficios para todos los miembros del hogar).

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Cómo, dónde y por qué instalar un taller en casa

Retomando la cuestión del «Por qué», podemos hallar muchos más motivos que el expuesto para instalar un taller doméstico, razones que podríamos resumir en los siguientes puntos:

  • Orden: cualquier aficionado al bricolaje entenderá la importancia que tiene mantener las herramientas y los materiales ordenados. Un taller en casa no solo nos permite eso, sino también disponer de un espacio adecuado en el que mantener en buen estado y con las condiciones adecuadas todos los enseres que no tienen cabida en ningún otro lugar de la vivienda.
  • Eficacia y eficiencia: cualquier proyecto de bricolaje (más aún si tiene cariz profesional) realizado con los instrumentos oportunos, los materiales convenientes y en un espacio adecuado ofrece resultados mucho más satisfactorios que los obtenidos en proyectos llevados a cabo en peores condiciones. Además, un taller doméstico nos permite emprender proyectos más complejos, de mayor envergadura y de larga duración (ningún otro uso ajeno a los fines del espacio interrumpe su correcta realización).
  • Seguridad: disponer de un espacio en el que mantener a buen recaudo, controladas y ordenadas herramientas peligrosas, sensibles y/o frágiles redunda en una mayor seguridad, tanto para los miembros del hogar (especialmente niños) como para las mismas herramientas y materiales. además, al trabajar en un espacio adecuado, también nuestro propio nivel de seguridad mejora notablemente.

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Los «Por qué» no se agotan aquí, por supuesto, pero tras estas breves indicaciones ya podemos afrontar con mejores argumentos las siguientes dos cuestiones, el «Cómo» y el «Dónde», ambas estrechamente relacionadas con aspectos como el tipo de taller que deseemos montar, los fines específicos a los que servirá y el espacio disponible en la vivienda.

Evidentemente, las viviendas con más espacio, los pisos grandes, con patio o terraza, y las casas o los apartamentos ofrecen mayores posibilidades para ubicar en ellas un taller doméstico. Sin embargo, también los pisos de ciudad pueden, en cierta medida, albergar pequeños espacios que nos sirvan para nuestros propósitos, aunque sea temporalmente mientras hallamos un lugar más amplio: segundos baños, trasteros o incluso armarios empotrados o plegables pueden ser lugares adecuados para instalar en ellos un pequeño taller, o un taller temporal. además, las ciudades también ofrecen otras oportunidades: encontrar alquileres baratos de garajes cerrados, trasteros, o incluso espacios individuales y adaptados en naves industriales en desuso son algunas de las posibilidades que abundan en cualquiera de las ciudades que habitamos.

La imaginación es la mejor aliada para dar la respuesta más oportuna al «Dónde», por lo que animamos al lector a que explore distintas posibilidades a su alcance en función de lo que a continuación ocupará nuestras atenciones: «Cómo» diseñar e instalar un taller en casa.

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