Tipos de bombillas: incandescentes, halógenas, tubulares, compactas y LED

Saber distinguir entre los tipos de bombillas básicos que existen en el mercado es fundamental para sacar el máximo partido a lámparas y accesorios varios de iluminación, reduciendo a la vez el consumo de electricidad y, con ello, el coste de la factura del suministro de luz en nuestros hogares y negocios.

Es importante tener en cuenta que algunos tipos de bombillas se ofrecen, habitualmente, con precios de venta al público algo superiores a los demás y que, aunque normalmente sea así, no en todos los casos se compensa el gasto en la compra con un ahorro en consumo. No obstante, esta cuestión la trataremos con algo más de detenimiento en el post «Algunos mitos y realidades sobre bombillas que debes conocer».

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Un poco de historia

Aunque el titular de la primera patente de bombilla incandescente de larga duración fuese Thomas Alva Edison, como bien sabemos, la invención de la bombilla como tal no puede atribuirse a un único nombre. Henry Howard, Mathew Evans, William Sawyer, el ruso Alexander Lodygin, el alemán Heinrich Goebel o el científico británico Warren de la Rue fueron, entre otros, algunos de los precursores más ilustres de la bombilla incandescente de filamento de carbono con la que Edison logró pasar a la historia.

En un primer momento, las bombillas eran todas de tipo incandescente, compuestas por una base de casquillo metálico, una ampolla o bulbo de vidrio que contenía gas inerte, y en su interior un filamento que en un primer momento era de carbono (bombilla de Lodygin y Edison) y, más adelante, de wolframio (o tungsteno), el metal con el punto de fusión más alto y el elemento químico conocido con el umbral de ebullición más elevado.

 

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Hoy, las bombillas incandescentes que todavía se comercializan son principalmente de tungsteno, aunque en 2009 y por una directiva de la Unión Europea se empezó a limitar su producción y comercialización (en septiembre de 2012 se dejaron de producir definitivamente), con el fin de eliminar las bombillas incandescentes del mercado en pocos años, reemplazándolas por otro tipo de bombillas más eficientes, como las fluorescentes compactas o las que usan tecnología LED.

Claro está que, a parte de las mencionadas a continuación, existen otros tipos de bombillas disponibles en el mercado. Sin embargo, las hemos descartado de nuestra selección por ser más apropiadas para usos profesionales y revestir un escaso interés para el consumo doméstico.


Tipos de bombillas

Bombillas incandescentes

Es el tipo de bombilla más antiguo (como decíamos anteriormente) y de uso más extendido en todo el mundo. Se compone de un casquillo metálico con un pie de contacto eléctrico, aislado del resto de la bombilla, y de una envoltura de vidrio que contiene un gas inerte o noble (habitualmente kriptón) para evitar tanto la combustión del filamento, también contenido en su interior, como su volatilización debido a las altas temperaturas que adquiere. De ahí procede su nombre: el filamento entra en combustión por la corriente eléctrica que le transfieren dos hilos de contacto, de los cuales uno conecta con la base y el otro con el pie de la bombilla.

 

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La mayoría de las bombillas incandescentes se fijan a los portalámparas por el casquillo mediante un sistema de rosca, con medidas estandarizadas internacionalmente por un código alfanumérico compuesto por la letra E (en homenaje a Edison), un guión y un número que designa los milímetros de la rosca. Las más habituales son las bombillas E-27, de rosca estándar, y las E-14, de rosca menor y aptas para lámparas de baja potencia.

Pese a ofrecer una luz cálida y acogedora, presentar un precio de venta muy asequible y ser, todavía hoy, las más usadas, las bombillas incandescentes se hallan en pleno proceso de extinción dada su escasa vida útil y ofrecer un rendimiento luminoso muy inferior al de otros tipos de bombillas (entre 12 y 18 lúmenes por vatio de potencia: 12-18 lm/W).

 

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Bombillas halógenas

Las bombillas o lámparas halógenas son una variante de las bombillas incandescentes compuestas, como las anteriores, por un filamento de tungsteno contenido en un bulbo de vidrio que encierra una mezcla de gas inerte con una pequeña cantidad de material halógeno, como bromo o yodo, todo ello manteniendo un perfecto equilibrio químico que aumenta la vida útil de la bombilla (hasta casi 4.000 horas en total) y la hace más eficiente que sus primas hermanas, las bombillas incandescentes, incrementando su rendimiento hasta los 20-30 lm/W aproximadamente.

Algunas bombillas halógenas necesitan un transformador para reducir la tensión que soportan hasta los 12 voltios, por norma habitual; pese a ello, y dada la reacción química que se produce en su interior, las bombillas halógenas alcanzan temperaturas de funcionamiento bastante superiores a las de las bombillas incandescentes.


Bombillas tubulares

Como su nombre indica, este tipo de bombillas se distingue de los demás porque presenta una forma tubular, frente a la habitual forma abombada de las bombillas incandescentes tradicionales. Y aunque no es nada raro encontrar bombillas tubulares de tipo halógeno o incandescente en el mercado, sobre todo destinadas a apliques y lámparas especiales, las más habituales y conocidas son las fluorescentes que, como los tipos de bombillas anteriores, también las podemos hallar en varias formas y de distintos tipos, potencias y espectros de colores.

 

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Lo más importante a tener en cuenta a la hora de manipular bombillas tubulares fluorescentes es su peligrosidad: pese a su nombre, no suelen contener grandes cantidades de fósforo; en cambio, sí contienen vapor de mercurio, por lo que se debe evitar a toda costa el contacto directo con ellas en caso de rotura, y por supuesto se deben depositar en puntos de recogida especiales una vez terminada su vida útil. Pese a ello, las lámparas fluorescentes han evolucionado mucho en las últimas décadas, simplificando su instalación, reduciendo su peligrosidad para el consumidor y el medio ambiente, mejorando su eficiencia (entre 50 y 90 lm/W) y llegando a disponer, algunos modelos, de una vida útil de hasta 75.000 horas.


Bombillas compactas

Las bombillas o lámparas compactas (o LFC, siglas de «Luminaria Fluorescente Compacta») son bombillas que presentan una forma muy similar a las incandescentes (casquillo y bulbo o tubo luminiscente), siendo en realidad pequeñas lámparas fluorescentes que, por este mismo motivo, deben ser tratadas con los cuidados y las atenciones mencionados en el punto anterior.

 

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Pese a no ser todas las bombillas de bajo consumo iguales ni en forma ni en composición, es muy habitual identificar las LFC con las denominadas «bombillas ecológicas» o «lámparas de bajo consumo», sobre todo por su gran eficiencia (50-60 lm/W) y durabilidad (poseen una duración media de unas 8.000 horas aproximadamente).


Bombillas LED

LED son las siglas, en inglés, de Lighting Emitting Diode, o lo que es lo mismo, diodo emisor de luz. Las lámparas LED pertenecen a uno de los tipos de bombillas más usados actualmente, y cuenta con una de las mayores perspectivas de crecimiento en cuota de mercado a corto y medio plazo dadas las grandes ventajas que presentan frente a otras clases de bombillas.

 

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Al contrario de lo que se suele creer, la iluminación LED no nace en un moderno laboratorio hace escasos lustros, sino que posee casi un siglo de historia, que repasaremos junto a algunas de sus principales ventajas a lo largo de la serie de posts dedicados a este asunto.

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