Antes de adentrarnos en el modo o los modos más oportunos de distribuir nuestro taller en distintos espacios de trabajo, es preciso reseñar algunas características generales a tener en cuenta, que debe cumplir cualquier taller en beneficio de una mayor comodidad, practicidad y seguridad a la hora de trabajar en él:
- El espacio debe ser diáfano: cuantas más y mayores barreras arquitectónicas empleemos para dividir el espacio, menos operativo y más inseguro devendrá.
- Las tomas de suministros (especialmente las de corriente eléctrica) deben estar bien distribuidas, y tener siempre alguna cerca y al alcance mientras estamos trabajando en distintas zonas del taller. Con ello evitamos el uso de alargos y extensores, que aumentan los riesgos y disminuyen la operatividad.
- Cada necesidad concreta del taller debe contar con un espacio propio: los residuos, por ejemplo, se tienen que almacenar en un lugar cercano a la puerta de acceso principal, para facilitar su evacuación y disminuir los riesgos de accidente (teniendo en cuenta, también, cuestiones básicas como su separación para su posterior reciclaje). A su vez, las sustancias peligrosas, inflamables... deben almacenarse en un lugar seco, fresco y ventilado, a ser posible bajo llave (semejante al caso de las herramientas peligrosas).
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Los espacios de trabajo en el taller doméstico
Más adelante nos ocuparemos de uno de los elementos centrales en cualquier tipo de taller: el banco de trabajo. Ahora, sin embargo, trataremos de otros espacios necesarios y del modo más conveniente de equiparlos, disponerlos y mantenerlos.
La distribución
En primer lugar, al planificar la distribución de nuestro taller (y si contamos con el espacio necesario), distinguiremos entre 4 zonas básicas:
- Zona de trabajo principal, a ser posible ocupando un amplio espacio central (así se tiene todo más a mano, circundando el centro de la estancia). Como veremos, la podremos dividir a su vez en otras subsecciones.
- Zona de limpieza, con la toma de agua y los enseres necesarios para mantener el espacio en buenas condiciones.
- Zona de evacuación, para albergar los residuos que se generen (y, como ya hemos advertido antes, cerca de la puerta de acceso principal, si se trata de un garaje).
- Zona de almacenaje, también a su vez dividida en varios subespacios, circundando el espacio central de trabajo.
Espacio central de trabajo
A ser posible ocupando el centro de la estancia, con una buena iluminación ambiental y focal, y dibujando en el espacio un área cuadrada o circular alrededor de la cual se concretarán el resto de las zonas que hemos enumerado antes. Es recomendable que el espacio cuente a su vez, con:
- Una zona de «trabajo limpio», donde se manipulen materiales y herramientas fáciles de limpiar (sierras, taladros…).
- Una zona de «trabajo sucio» (pinturas, decapantes, grasas…), lo más cercana posible a la zona de limpieza.
Cada una de estas subzonas debería contar con un banco de trabajo adecuado para las tareas que se realicen en ellas. Se debe evitar en todo momento la presencia de elementos ajenos al proyecto que se esté llevando a cabo, la acumulación innecesaria de residuos y de todo aquello que represente incomodidades, riesgos y dificultades para realizar el trabajo.
Espacios de almacenaje
Podemos distinguir entre 3 tipos de espacios de almacenaje distintos:
- Para herramientas.
- Para sustancias y materiales inocuos.
- Para sustancias y materiales tóxicos y/o peligrosos.
En todos los casos, es recomendable ubicar los espacios de almacenamiento alrededor del área central de trabajo, para tenerlas a mano en cualquier momento. También tenemos que recordar que las sustancias, las herramientas y los materiales peligrosos y/o nocivos deberían guardarse bajo llave.
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