Tipos de calefacción y relación de costes
Veíamos en artículos anteriores cómo el gasto energético en calefacción y aires acondicionados representa un apartado especialmente relevante en el total del consumo energético de un hogar. Por ello, resulta de gran importancia equipar nuestra vivienda con un sistema de calefacción adecuado (el aire acondicionado no reviste grandes complicaciones: la mayoría de las instalaciones requieren suministro eléctrico) en función de nuestras necesidades, presupuesto y, sobre todo, de las características estructurales del hogar.
No todos los sistemas de calefacción son igualmente aptos para todos los usos, así como tampoco existe un sistema de acondicionamiento del ambiente universalmente válido para todos los casos. Siendo así, consideramos de interés para el lector hacer un breve repaso de los distintos sistemas de calefacción disponibles en el mercado, relacionando algunos de los costes que se asocian a cada uno de ellos para que cada cual elija el que mejor cubre sus necesidades.
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Tipos básicos de calefacción
Gasóleo
Debemos tener en cuenta que la mayoría de sistemas de calefacción están basados en un sistema centralizado en una caldera principal, alimentada por distintos tipos de combustible, que distribuye el calor a los radiadores instalados en las estancias de distintos modos, los más habituales de los cuales son el aire, el agua y el aceite.
Las calderas de gasóleo son las más contaminantes, pero también las que ofrecen mayores ventajas en cuanto al precio, si conseguimos una buena oferta y disponemos de un depósito lo suficientemente grande para aprovechar los descuentos que los distribuidores suelen hacer según los litros adquiridos.
El gasóleo de calefacción, de tipo C, es el más barato de los derivados del petróleo, con precios que varían ostensiblemente de una temporada a otra, según las fluctuaciones del crudo en bolsa (entre otros factores tangenciales).
El funcionamiento es sencillo: la caldera toma gasóleo del depósito, lo quema para transformarlo en calor, y distribuye este calor a lo largo del sistema de radiadores (normalmente de agua) ubicados en las distintas estancias de la vivienda. Los gastos asociados a este sistema de calefacción incluyen la caldera (que debe ser de propiedad, habitualmente), que por lo general se comercializan con precios superiores a los 1.000 euros, el depósito de combustible (variable según capacidad), el gasóleo y la revisión o puesta a punto anual que debe realizar un técnico capacitado para ello.
Gas
Como ocurre con las calderas de gasoil, también las de gas pueden estar asociadas a un depósito de propiedad si la vivienda no se encuentra en una urbanización que disponga de suministro de gas ciudad o gas natural, y como en el caso anterior, también puede ser adquirida por el propietario de la vivienda (con costes a partir de 500 o 600 euros, por lo general). Sin embargo, es posible llegar a un acuerdo con la compañía de gas para que financie la caldera y la podamos pagar a plazos, o para que nos la ofrezca en alquiler.
La calefacción por gas es más segura y eficiente que la basada en gasóleo, aunque no siempre resulte más económica. Es especialmente apta para viviendas de menos de 100 metros cuadrados, ubicadas en entornos fríos o semifríos.
Biomasa
Las calderas de biomasa, como su nombre indica, están alimentadas con material de procedencia orgánica (pellets, habitualmente), y son especialmente baratas, con un alto poder calorífico y respetuosas con el medio ambiente.
El sistema que suelen utilizar, tanto las calderas como las estufas de biomasa, es la calefacción por aire, y aunque su uso está cada vez más extendido, presentan como problema principal el hecho de necesitar un gran depósito de almacenamiento para el combustible orgánico, no siempre al alcance (sobre todo en grandes ciudades o núcleos urbanos densos).
Electricidad
Es el sistema de calefacción ideal para pequeñas viviendas y estancias, aunque sea el menos económico de todos.
Sin embargo, su gran versatilidad (se pueden instalar radiadores donde se desee, y cambiarlos de ubicación con facilidad) y los avances en tecnología radiante han vuelto a poner a este sistema de calefacción entre los más elegidos por el público, siendo los radiadores de aceite los predilectos por mantener el calor durante más tiempo.
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